Y, ¿a quién creéis que se parece más de los dos? O: Es igualito a ti, hace las mismas cosas…

De esta y otras maneras parecidas recibimos a los nuevos miembros de la gran camada de “Sapiens” que habitamos el mundo. Cuando un bebé inicia su travesura vital no lo hace como debiera limpio de polvo y paja. La herencia genética es más que evidente y más allá de su repercusión fenotípica, tras esas frases anteriores y otras similares se esconden determinadas tendencias que impiden al futuro adulto alcanzar todo su potencial. Y me explico.

Nuestra mente necesita entender lo que sucede y cuanto más “familiar” resulte la explicación encontrada más reducción de esa incertidumbre que no nos deja respirar a gusto. La ilusión, el amor, la esperanza, son muchas las emociones ligadas y, a veces, encontradas, que sentimos con la llegada de un bebé. Por lo que nuestra mente se encuentra cómoda cuando le encuentra un “parecido razonable” al nuevo miembro. Pero esto lejos de ser inocuo, genera grandes ondas expansivas que terminan afectando de diferente manera y grado, eso sí, pero afectando siempre.

Primero comienza uno del entorno cercano a opinar acerca del “parecido razonable”, luego otros se suman a la opinión ya sea en favor o en contra, pero ofreciendo “otros parecidos razonables”, por lo que al final, terminamos teniendo una idea de “continuación”, de “apéndice”, que lastra el desarrollo idiosincrático y propio del chico o de la chica.

Cierto, os leo el pensamiento desde aquí, diréis que el bebé no es consciente de lo que se opina de él o ella, pero los adultos que lo rodean sí lo son. Y se empiezan a comportar de manera inconsciente, no con alguien que puede ser cualquier cosa sino con alguien que ya tiene un traje hecho a medida. El “Traje” del abuelo, del tío, de la madre, del hermano mayor, etc. Dichos trajes le son puestos al infante y con ellos crece y va desarrollándose, incluso y con pirueta, cuando se le dice que es “lo contrario a su hermano mayor”, por ejemplo.

“Trajes” que llevan implícitos una sucesión de adjetivos calificativos, de expectativas de comportamiento y resultado, que el niño no entiende por qué le miden con dicha vara si no conoce a quien le comparan porque en realidad, aún no se conoce ni él mismo… Hay que darle tiempo. Pero estos criterios de valoración marcan el día a día, el devenir cotidiano de todos y cada uno de nosotros, y llega, desgraciadamente, un momento de nuestra vida en el que quizá bajamos los brazos y ya no luchamos más por tratar de demostrar que somos otra cosa y nos conformamos con el traje que nos configuramos. O peor, seguimos en guerra, luchando contra todos (incluso contra uno mismo), por no ser lo que nos dicen y tratamos entonces de ser lo contrario.

Un desastre…

Pero no todo es malo. Crecer no siempre implica maduración, pero madurar es ser cada vez más consciente de tu existencia, de nuestra finitud en la vida y que nuestro tiempo queda acotado, sin saber cuándo ni dónde ni de qué manera. Entonces, quizá podemos quitarnos muchas capas de “Trajes” (algunos llegados a este punto nos los hemos fabricado nosotros mismos), y no parar de hacerlo hasta quedar “desnudos”. De ahí que sea tan complicado, porque los “trajes” nos protegen de las inclemencias del clima, del frío, nos hace más sencillo ocultar lo que creemos que son “errores” (complejos) de nuestra desnudez, etc., y nos vamos sintiendo vulnerables a medida que nos vamos desnudando, y a la vez confusos y excitados ante la idea de “ver por primera vez” nuestra verdadera Potencia como Ser Humano.

Es entonces cuando dejamos de llenar los zapatos de otros, o de luchar por no ser como esperan que seamos, cuando te liberas de los adjetivos que tanto te repitieron…

El llamado “Efecto Pigmalión” no sólo existe, sino que es increíblemente poderoso, y peligroso. “Es imposible, no lo intentes siquiera, nadie ha podido antes, o ¿acaso te crees mejor que los demás?, una persona <como tú> no podrá hacerlo, …”

Desnudarse de los “Trajes” dados y asumidos como propios, dejar de luchar contra ellos, desnudarse, sin más, y convertir la experiencia del desnudo en el mayor descubrimiento que jamás haremos en vida… SER UNO MISMO

Apasionante aventura, donde todos somos compañeros de viaje, y al que os invito a reflexionar, y a opinar. Seguramente, no esté en lo cierto, y puede que me equivoque en parte o en el todo de lo expuesto anteriormente, pero os invito a desnudar el texto y sacar “Vuestras Propias Conclusiones”.

Yo os dejo, que me voy a desnudar un poco más

manuel-carrasco-vocal-aexfatp

Psicólogo y vocal en Aexfatp. Master en Terapia de Interacción recíproca. Habilitado sanitario. Especialista en Europsy.

Manuel Carrasco Monroy

Manuel Carrasco Monroy

Psicólogo y vocal en Aexfatp. Master en Terapia de Interacción recíproca. Habilitado sanitario. Especialista en Europsy.

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